Presta atención a su higiene nasal.

Los bebés tienen dificultades para respirar por la boca, por lo que es importante que sus fosas nasales no estén obstruidas. Sin embargo, con frecuencia, la gripe, los resfriados o las alergias provocan un aumento de la mucosidad que entorpece el paso del aire a través de la nariz. Este exceso de moco puede interferir en la lactancia y el descanso del bebé.

Dado que los niños pequeños no saben sonarse la nariz, es preciso ayudarles a hacerlo. Los lavados nasales facilitan que el moco se ablande y salga con facilidad, favoreciendo, de esta forma, la respiración.

POSTURA ADECUADA.

Los lavados nasales consisten en aplicar una solución fisiológica y estéril de suero o agua de mar. Este tipo de productos, de venta en forma de monodosis o spray, hidratan las fosas nasales y ayudan a descongestionar. Se pueden realizar varios lavados al día, dependiendo de la mucosidad que tenga el pequeño.

La postura ideal para colocar al bebé es tumbarlo boca arriba con la cabeza ladeada. A continuación, se aplica el suero en el orifico nasal superior, dejando que actúe unos segundos. Tras esta maniobra, es recomendable incorporar al niño, retirarle los mocos y calmarlo, antes de hacer el lavado en el otro orificio nasal, girándole la cabeza hacia el lado contrario. La sensación será menos desagradable si el suero está a temperatura ambiente.

En caso de que el bebé tenga muchos mocos, se puede usar un aspirador nasal, después de administrar el suero. Los mejores momentos para limpiar la nariz son antes de comer, pues se facilita la toma y hay menos posibilidades de que vomite, y antes de acostarle, para que descanse mejor.

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